Enfermedades de transmisión sexual en niños y adolescentes, contagio por el virus del papiloma humano

El aumento actual de las enfermedades de transmisión sexual específicamente el virus del papiloma humano entre niños y adolescentes y las graves consecuencias que pueden seguir a la infección deben hacer que la prevención de este tipo de infecciones en este grupo de edad sea una prioridad. La identi...

Deskribapen osoa

Gorde:
Xehetasun bibliografikoak
Egile Nagusiak: Benavides Yánez, Bertha Elizabeth, Franco Carrasco, Mery Adriana, Tuesca Armijos, Roberto Jairo, Taiano Espinoza, Marcelo Kevin
Formatua: Artikulua
Hizkuntza:Gaztelania
Argitaratua: 2018
Gaiak:
Sarrera elektronikoa:https://dialnet.unirioja.es/servlet/oaiart?codigo=6732841
Baliabidea:RECIMUNDO: Revista Científica de la Investigación y el Conocimiento, ISSN 2588-073X, Vol. 2, Nº. 3, 2018, pags. 410-421
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Laburpena: El aumento actual de las enfermedades de transmisión sexual específicamente el virus del papiloma humano entre niños y adolescentes y las graves consecuencias que pueden seguir a la infección deben hacer que la prevención de este tipo de infecciones en este grupo de edad sea una prioridad. La identificación de una enfermedad de transmisión sexual en un niño más allá del período neonatal tiene implicaciones médicas y legales. La gonorrea y la sífilis se transmiten casi exclusivamente por vía sexual y son marcadores útiles de abuso sexual en los niños. Sin embargo, las excepciones ocurren; por ejemplo, la infección rectal y genital con Chlamydia trachomatis en niños pequeños puede deberse a una infección perinatal persistente, que puede persistir durante hasta 3 años. La infección causada por el virus del papiloma humano (condiloma acuminado) presenta un problema similar, ya que el período de latencia después de la adquisición perinatal puede ser de 2 años o más. Otras enfermedades de transmisión sexual, como la vaginosis bacteriana, pueden adquirirse de forma no sexual y se han identificado tanto en niños maltratados como en niños no abusados. Cuando la única evidencia de abuso sexual es el aislamiento de un organismo o la detección de anticuerpos, los hallazgos deben ser cuidadosamente confirmados.